Hemos cambiado todos nuestros cursos a modalidad virtual y los acompañamos con sesiones en vivo con los instructores. Esto hace que podamos bajar nuestros precios en más de 50%, sin afectar la calidad de nuestros programas.

Esta metodología es la misma que se aplica en estudios de posgrado de las mejores universidades del mundo.

Todavía estamos adaptando nuestras plataformas para poder cumplir con los estándares más altos de calidad, así que pronto tendremos más noticias sobre este aspecto.

13 Abr 2020

VIVIR EN PAUSA

Como la peor escena apocalíptica de una película de alto presupuesto vemos ahora a nuestras ciudades vacías, como nunca hubiéramos imaginado. No solo nos llama la atención, sino que en el fondo (a todos) nos asusta la posibilidad de que esta situación se extienda de forma indefinida.

Y es que esa construcción social que nos pinta al fin del mundo como el abandono de todo y todos, para priorizar el encierro y el aislamiento cala hondo dentro de la mente de muchos y nos hace ver el futuro más negro de lo que en realidad podría ser.

Pero sí debemos tomar previsiones para que la potencial quiebra de negocios no sea el catalizador de una depresión social y económica que nos afecte en el mediano y largo plazo. Y es que, además, tenemos el ánimo por el piso ante la incertidumbre de cuanto tiempo nos llevará reponernos ante una crisis que la humanidad no veía en exactamente 100 años, desde la pandemia de la gripe española de 1920 que, unida a la Primera Guerra Mundial, cambió el planeta de formas nunca vistas.

Ahora nos quedan solo dos opciones: o cambiamos y aprendemos a respetar al planeta y a todos sus habitantes, reduciendo de forma significativa nuestros niveles de contaminación y uso de recursos naturales; o seguimos por el mismo camino e ignoramos el mensaje de que la plaga somos nosotros. Una decisión que tendrán que tomar los líderes mundiales, pero que sin duda será tomada en base a la presión social que todos y cada uno ejerzamos desde nuestros espacios. ¡Porque el mundo ya cambió!

Está mas que claro que no somos los mismos de antes de la cuarentena. Ahora vivimos en pausa, tratando de alargar nuestros recursos para sobrevivir a un encierro que no nos deja muchas opciones. Algunos incluso arriesgándose a salir porque no tienen los medios para quedarse dentro y esperar con paciencia que el mundo nos dé de alta.

Ahora no pagamos arriendos, ya no compramos en los grandes comercios, buscamos opciones baratas y tratamos de ahorrar en cada detalle. Hemos aprendido lo que nuestros abuelos ya sabían: el pequeño productor es la clave para que la economía se mantenga.

Ya no desperdiciamos, porque la posibilidad de que el desperdicio nos haga falta más adelante es un riesgo que pocos quieren correr.

Hemos puesto en pausa nuestras relaciones, porque el contacto externo ahora puede ser mortal. Los cumpleaños ahora son distantes y los duelos se viven sin el abrazo que reconforta.

Pausamos toda actividad externa y vemos como en pocos días la naturaleza va ganando el terreno que perdió hace más de 3 siglos cuando el boom industrial nos convirtió en el depredador por excelencia del planeta. Ahora vemos como la naturaleza nos regresa a nuestro lugar y los animales que antes casi exterminamos se regocijan ante la libertad que no les habíamos dado en mucho tiempo.

Pero cuando todo termine, porque terminará y volveremos a salir, ¿qué haremos?

Algunos saldrán a buscar un empleo que, si antes era difícil de encontrar, ahora será casi imposible. El desempleo aumentará y con ello nuestra capacidad de adaptación deberá incrementarse para sobrevivir la post crisis que viene. La creatividad pasará a ser el bien más cotizado y será responsabilidad individual el cultivarla para convertirse en un recurso atractivo para ser contratado o emprender de forma productiva.

Las empresas tendrán que reinventarse para poder sobrevivir y mantenerse en un mercado que ahora será más complejo, más agresivo y en el que la competencia aumentará de forma exponencial. Los métodos pasados perderán efectividad y las nuevas ideas deberán probarse en menos tiempo. El margen de error deberá disminuir si queremos volver a ser competitivos.

Las marcas que sobrevivan deberán ver al pasado solo para tomar referencias, pero será el futuro donde deberán mirar si quieren entender cómo cambió el consumidor post pandemia. Un consumidor que ha entendido que puede trabajar, comprar y vender desde la comodidad de su hogar. Que puede criar a sus hijos sin dejar de ser productivo y que encuentra en el internet el aliado ideal para acortar las distancias en todo sentido.

El teletrabajo se convertirá en la herramienta por excelencia y en el mediano plazo entrará a formar parte de todas las industrias, aunque no así de todos los empleos. Ya no se medirá la eficiencia de un trabajador en base al tiempo que permanece en una oficina, sino en base a los resultados que entrega al final de cada período. Seremos más eficientes y contrataremos con más cuidado a cada colaborador para construir de a poco un equipo de alto rendimiento que permita que nuestra empresa no solo se mantenga en el tiempo, sino incluso crezca y se fortalezca.

La educación a distancia y la formación virtual ganarán terreno, porque ya entendimos que para aprender algo nuevo no es necesaria el aula o los pupitres, sino la disciplina y el esfuerzo que la autoeducación impone.

Valoraremos más el tiempo en familia y muchos de aquellos que antes perdían su vida en una oficina ahora migrarán sus actividades a su hogar para no perderse la vida en familia que las generaciones anteriores recuperaban solo en el ocaso de su existencia.

Hemos aprendido a gastar menos pero ahora debemos aprender a producir más. Debemos dejar atrás esa mentalidad industrial que nos convirtió en depredadores de los recursos naturales para pasar a vivir en más armonía con el planeta. Algún día el dinero desaparecerá y debemos estar listos para cuando ese tiempo llegue, pero eso es tema de otro artículo.

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Sebastián Castro es el Fundador de SBS Consulting. Consultor internacional en eficiencia empresarial y aumento de productividad. Instructor y conferencista con más de 10 años de experiencia. Experto en Kinesia y Comunicación No Verbal. Docente universitario. Articulista para varios medios de comunicación.

Tener dinero para todo empresario es la evidencia de que su esfuerzo y trabajo está dando frutos y que es el dueño de un negocio que puede llegar a solventar sus problemas financieros y darle estabilidad a su familia en el mediano y largo plazo. Pero esto no siempre es así.

El exceso de liquidez puede conllevar a una trampa que desde una visión gerencial puede llegar a ser incluso más dañina que el hecho de vivir con menos recursos y mayores preocupaciones en el día a día. No porque vivir endeudado sea lo adecuado, sino porque el creer que ya se ha alcanzado el éxito hace que hasta el mejor ejército baje las armas y sea presa fácil para cualquiera de sus opositores.

Desde la antigua Grecia con sus ejércitos de hoplitas hasta los modernos ejércitos con la más alta tecnología se lleva como consigna de combate el nunca subestimar al enemigo y sobre todo no creerse ganador hasta que la batalla en realidad termine.

Esto, aunque parece completamente lógico, no se cumple con frecuencia dentro del mundo de los negocios, ya que, en más de una ocasión los líderes empresariales llegan a cometer errores que los hacen débiles ante sus adversarios y, por ende, los llevan a perder la batalla al momento de crear empresas que perduren en el tiempo dando tranquilidad financiera a todos los que en ellas trabajan.

Es por esto que al hablar de negocios eficientes debemos tomar en cuenta los 5 errores de gestión gerencial que todo ejecutivo o dueño de negocio debe conocer para evitar caer en la trampas del dinero.

 

  1. CRECIMIENTO DESCONTROLADO

El crecer aceleradamente es el sueño de todo empresario, pero si este crecimiento no lleva un mínimo de control puede llegar a significar el final de la empresa.

El llegar a un punto de bonanza comercial hace que los líderes busquen alargar este momento el mayor tiempo posible y para esto tienden a contratar más personal que ayude a escalar su negocio para así aumentar sus ventas y obtener mayores ganancias. En este proceso muchas veces se comete el error de contratar personas que no cumplen con el perfil deseado del cargo -perfil que muchas veces no existe o no se ha definido claramente- antes de establecer el ROI del personal que labora en la empresa.

Este retorno de inversión en personal (ROI) debe permitir establecer los montos que se deben aumentar en ventas con la incorporación de cada nueva contratación. Es decir, por cada persona que entre a formar parte de la empresa -sin importar el cargo que ocupe- debe verse un aumento de ventas (y ganancias) que justifique su incorporación.

En otras palabras: No es “solamente” una secretaria, es un recurso administrativo que debe aportar para que otro recurso técnico haga de mejor forma su trabajo y, por tanto, la empresa mejore su rendimiento.

 

  1. PROCESOS POCO CLAROS

El no contar con un mapa de procesos claro y conocido por todo el personal también hace que el espejismo de eficiencia se implante en la empresa.

Saber en qué parte del proceso interno se encuentra una persona o un departamento hace que tome conciencia de su realidad y conozca con claridad el nivel jerárquico que tiene dentro de la empresa, así como la importancia de su aporte al producto o servicio final que recibe el cliente. Es decir, podemos establecer con claridad quienes son actores clave dentro de la organización y quienes vienen a ser soporte para la operación y, por tanto, reemplazables sin que esto afecte al negocio. Información que, aunque parezca increíble, la gran mayoría de empresas no posee y llega a cargarse de personal que se piensa indispensable (con todo lo que eso implica) cuando no lo son.

Además, el contar con KPI´s claros de la capacidad operativa y productiva de cada unidad de negocio permite establecer rangos de tiempo con los cuales controlar la eficiencia del personal y de esta forma mejorar la efectividad de la empresa en su conjunto.

Con la base de que lo que no se puede medir no se puede controlar, el establecer procesos con indicadores claros permite controlar que cada persona haga lo que debe hacer en el momento y la forma en que deberían hacerlo. De lo contrario, la frase “no tengo tiempo” se convertirá en la excusa perfecta para seguir contratando gente y agravando la obesidad de personal dentro del negocio.

 

  1. JUGAR CON LAS REGLAS

El trabajar en una empresa que vive un momento de alta liquidez y en la que no existen indicadores de gestión o procesos claros hace que las personas que en ella trabajan desarrollen estados de comodidad que los convierten en expertos para la realización de un conjunto limitado de tareas, dando la sensación de una alta eficiencia en la gestión de su cargo pero que deja ver su debilidad al momento en que cambios en el mercado o el ataque de la competencia los obliga a buscar alternativas que les permitan mantener su nivel de competitividad y cuidar su cuota de mercado. No siempre lo logran.

Esta inmovilidad hace no solo que aparenten ser eficientes, si no incluso que aprendan a jugar con las reglas para sacarles el mayor provecho personal. Desde escapadas y permisos frecuentes hasta justificaciones solidas para su bajo rendimiento son síntomas de este problema que más de una empresa -que aparenta ser líder de su segmento- presenta y no saben como encontrar una solución que les permita crear el espacio para que el personal se desarrolle a la vez que la empresa se fortalezca.

Una tarea difícil, pero no imposible.

 

  1. NO TENER UNA PROPUESTA DE VALOR

El no darle una razón a los clientes por la que deben comprarnos a nosotros en lugar de a los demás es uno de los principales errores que tienen las empresas en la actualidad.

El ser una empresa competitiva va más allá de tener un producto/servicio de buena calidad, sino incluso llegar a ser deseado por nuestros clientes al momento de realizar la compra.

Este deseo se despierta cuando les ofrecemos algo que solo nosotros tenemos y que nadie más puede ofrecer y es una herramienta que aplica no solo en el campo empresarial, si no incluso en el personal al momento de construir la “Marca Personal” tan difundida en la actualidad.

Esta diferenciación es lo que se conoce como propuesta de valor. Ese diferenciador que nos hace atractivos, deseables y, sobre todo, recomendables por parte de nuestros clientes, factores que no tienen todas las empresas y que las obliga a pelear dentro de un mercado de precio que puede llegar a ser canibalista al punto de terminar exterminándose entre sí.

Vender más no siempre significa vender bien, por lo que el estar en un buen momento comercial puede acabar muy pronto y el despertar a la realidad puede llegar a ser traumático para todos.

Siendo así, la propuesta de valor no debe ser solo un argumento fruto de un análisis FODA realizado al interno de la empresa y que muchas veces termina siendo un poema mas que una herramienta real que puede llegar a cambiar o fortalecer la esencia del negocio. Es un argumento alrededor del cual la empresa debe tomar acciones que le permitan convertirlo en un fuerte discurso de venta que nos destaque como algo único en el mercado y que todos los clientes busquen obtener.

 

  1. LÍDERES EQUIVOCADOS

Actualmente resulta casi normal ver a líderes que presionan sobre medida a sus equipos de trabajo, que piensan que las personas pueden producir más si se las presiona más, que consideran que sus equipos están mal contratados y que por eso no logran aumentar sus resultados; pero no siempre esto es así y llegan a afectar el negocio de formas que no pueden ni siquiera imaginar.

Siendo así, el estilo del líder marca una gran diferencia entre una empresa que alcanza el éxito y otra que solo va de tumbo en tumbo tratando de sobrevivir. Esto porque en base a la máxima de que “La velocidad del líder lobo marca la velocidad de la manada”, el estilo del líder marca el estilo de la empresa y, por tanto, la calidad del entorno laboral en el que se desarrolla el equipo.

El contar con un líder presionador, que no es visto como competente y justo deviene en un entorno laboral poco amigable y en el que es casi imposible retener talentos como empleados, dando como resultado que los mejores perfiles terminen abandonando la compañía a pesar de estar viviendo un buen momento en lo que a ventas se refiere.

Si este es el caso, debemos considerar realizar un relevo que permita que se incorporen líderes con mayores cualidades de inteligencia emocional, orientación a resultados y demás factores que ahora son considerados clave al momento de orientar cualquier equipo dentro de un clima laboral positivo y que resulte atractivo para trabajar.

Una tarea difícil pero que en el mediano plazo resulta por demás rentable para cualquier negocio.

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Sebastián Castro es el Fundador de SBS Consulting. Consultor internacional en eficiencia empresarial y aumento de productividad. Instructor y conferencista con más de 10 años de experiencia. Experto en Kinesia y Comunicación No Verbal. Docente universitario. Articulista para varios medios de comunicación.

El mercado ha cambiado más en los últimos 5 años que en los 50 años anteriores. Por esto, más allá de la calidad del producto, el éxito radica en la reputación de la marca.

 

Ante este escenario las preguntas se hacen obvias: ¿cómo construimos una marca exitosa y apreciada por el público?; ¿todas las marcas pueden llegar a ser exitosas?; ¿existe algún secreto que solo lo conocen las grandes empresas y por esta razón las pymes no logran crecer?

Para contestar estas interrogantes, lo primero es comprender que no existe el éxito si no se cuenta con una propuesta de valor adecuada al mercado y que diferencie a la empresa de sus competidores. Esta propuesta de valor debe estar apoyada en un modelo de negocio que entregue claridad sobre los elementos clave que conforman la dinámica interna de la empresa y que considera las acciones y recursos clave que debe realizar y asegurar la empresa para alcanzar el éxito.

En está línea de análisis, una empresa exitosa es aquella que logra reunir 3 condiciones que no solo le dan tranquilidad a sus dueños y accionistas, sino incluso le permiten mantener una operación rentable y sostenible en el tiempo:

  1. Un estado de pérdidas y ganancias positivo, lo cual evidencia un mayor ingreso que gasto de dinero, dando como resultado que la empresa trabaje de forma permanente sin pérdidas de capital. Siendo esto un punto de éxito, ya que lo más importante para un negocio es ganar dinero, sin importar cuanto.
  2. Un plan estratégico de mediano y largo plazo que permite visualizar con claridad a dónde quiere llegar la empresa en el futuro, dando como resultado que las acciones que emprenda no sean de tipo reactivo, sino que por el contrario toda decisión se enmarque en una visión clara de futuro para toda la organización.
  3. Una estructura orgánica madura. Lo que quiere decir que el personal de la empresa cumple con las 3 condiciones de madurez que lo convierten en un activo clave dentro de la organización, estas son: SABER cómo se hace su trabajo; PODER hacerlo en lo que se refiere a condiciones y equipamiento adecuado; y QUERER hacer su trabajo, lo cual habla bien de la motivación con la que cuentan los empleados y de la cultura organizacional que se ha construido al interior de la organización.

En este sentido, la propuesta de valor de una empresa deviene en la promesa que hace a sus clientes y consumidores. Una promesa cargada de factores emocionales que le permiten posicionarse en la mente de su mercado meta y de esta forma construir una imagen de solidez que debe ser evidenciada de forma permanente por el personal y los directivos de la misma. No solo en sus acciones, sino también en su oferta de productos o servicios.

Es así que, si la propuesta de valor se expresa como “Limpieza para todo el cuerpo”; los productos que se desarrollen en torno a esta frase -a pesar de que unos pocos generen pérdidas- son importantes para fortalecer la marca y la imagen pública del negocio, por lo que deben mantenerse dentro de la oferta comercial que hace la organización.

Por el contrario, si la empresa modifica su propuesta de valor para sostener solo aquellos productos que le resultan rentables, puede llegar a afectar su imagen y nivel de preferencia por parte del consumidor; es decir, una promesa como “Limpieza para todo el cuerpo… excepto para las orejas” no aporta a la construcción de una marca sólida, sino que por el contrario le resta capital de marca y afecta la imagen de la empresa.

La propuesta de valor entonces resulta en una de las claves más importantes para alcanzar el éxito empresarial, ya que se traduce en la razón por la que un cliente escoge a nuestra empresa y no a las de la competencia al momento de la búsqueda para satisfacer una necesidad.

Por tanto, cuando hablamos de empresas exitosas y que perduran en el tiempo, debemos considerar que una propuesta de valor bien estructurada, un balance positivo de cuentas, un equipo de trabajo maduro y un plan de largo plazo por sí solos no garantizan que un emprendimiento perdure en el tiempo y crezca, ya que es necesario contar con un sistema que integre todos estos elementos de forma orgánica para que el líder pueda ir mejorando la interacción entre cada uno para optimizar los resultados esperados.

Este sistema es lo que se conoce como modelo de negocio. Una herramienta que permite visualizar no solo los procesos internos, sino incluso identificar a aliados clave que aportan al crecimiento de la empresa, así como a actividades y recursos clave que deben ser cuidados y protegidos para evitar errores fatales para la gestión.

Resulta entonces paradójico que la gran mayoría de empresas no cuenten con modelos de negocio claros que ayuden a establecer acciones de mejora continua o aumento de productividad, ya que si bien el interés de todo empresario es ganar dinero, la tarea más importante del líder empresarial no está en vender más o en gastar de forma más eficiente, sino en pulir de forma constante su modelo de negocio ya que en éste se encuentra la clave para que una empresa perdure en el tiempo y crezca de forma constante.

El desconocimiento de esta obligación es lo único que en realidad mata a una empresa, puesto que si bien podemos contar con todas las piezas del rompecabezas, solo al estar juntas toma sentido el esfuerzo y tiempo invertido por toda una organización.

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Sebastián Castro es el Fundador de SBS Consulting. Consultor internacional en eficiencia empresarial y aumento de productividad. Instructor y conferencista con más de 10 años de experiencia. Experto en Kinesia y Comunicación No Verbal. Docente universitario. Articulista para varios medios de comunicación.